A nuestro barrio se le ha identificado desde tiempos inmemoriales con el gremio de las lavanderas; y estas, a su vez, han tenido – lógicamente – una íntima relación con el río RUNA, o Arga en la actualidad. Una figura (gigante) que representará a ambos (gremio y nombre del río) era de obligada realización. Río y lavandera en una sola esencia, mayor simbiosis no podría precisarse.

 

En la historia:

 

Existen documentos donde ya en el siglo XII es nombrado el río (RUNIA), pero donde tiene especial incidencia es en el relato del juglar Anelier sobre la “Guerra de Navarra” o destrucción de la Navarrería (año 1276), siendo protagonista del relato por su relación con las presas y molinos, objetivos a destruir o conquistar. Cuenta Anelier: “quélt cujavan far que Runa fos pasanss…”.

Durante la edad media nuestro río era denominado como Runa en todos los documentos; así, veamos varios ejemplos: “super ripam flumnis que dicitur Runía” (1210), “río que se clama Runa” (1350), “la agoa de _Runa que sayllio fuera de madre (riada” (1350), “río de Pamplona clamado Runa! (1398), hasta mediados del siglo XV en que aparece la denominación Arga que ha llegado hasta nuestros días.

 

Las protagonistas:

 

Por otra parte, las lavanderas no dedicaban solamente su tiempo al lavado de ropas, sino que también existían las que se dedicaban a otros tipos de lavado, siendo así que ya en el año 1600 había lavanderas que ocupaban su tiempo en lavar los animales del matadero de carnes de la Rotxapea, las tripas y desperdicios de los sacrificios. Además, estaban las que se dedicaban al lavadero de lanas en el prado del mismo nombre, también nuestro barrio y cerca del puente del Abrevador (actualmente de San Pedro).

La labor de éstas afamadas trabajadoras – la mayoría eran rotxapeanas, en contra de otras creencias -, comenzaba el lunes, día en el que recogían la ropa sucia y la lavaban, blanqueaban, secaban y planchaban, hasta que a finales de semana era entregada a sus clientes.

 

Nuestro homenaje:

 

El tiempo, duro por estos lares, castigaba a estas mujeres que aguantaban los rigores del clima arrodilladas sobre unos sacos y junto a unas raídas tablas de lavado. El secado, lógicamente, al sol rotxapeano en unos alambres colocados al efecto cerca de ellas.

Este gremio fue especialmente combativo contra el poder local que les ninguneaba, un asunto que ha sido poco o nada tratado por los historiadores locales, que desarrollaron siempre más el trato folclórico que el laboral.

 

Por todo esto, sirva de homenaje a todas ellas la realización de una figura que las represente y las una a nuestro río RUNA